2+2 nunca serán 4 en el mundo del baloncesto. El talento juvenil rara vez entiende de plazos para evolucionar. No es posible calibrar cuando se dará el siguiente paso, no es posible determinar hasta donde llegará cada uno.
Por eso es tan peligroso "enterrar" a un jugador afirmando que nunca va a explotar, o que va a ser "la eterna promesa". Cada cosa en la vida sigue un curso natural inapreciable a los ojos humanos y a las sesudas teorías de quién se empeña en enterrar a un jugador por no apreciar progresión alguna.
El primer caso es Lior Eliyahu, que acaba de ser denominado como MVP del mes en la Euroleague. Otro caso palpable puede ser este mismo:
¿Cuántas veces ha sido enterrado? ¿Qué culpa tiene el chaval de que esperaran de él la reencarnación de Carlos Jiménez? Suárez es Suárez, y nada más, y tiene sus características, y cada día que pasa es más jugador de baloncesto.
¿Y este, qué?
¿O acaso no se puede denominar como talento lo que hace Víctor Sada?
¿Por qué no dejamos de enterrar al talento por el simple hecho de que no florezca cuando lo creemos oportuno? ¿No os dáis cuenta que hay flores, que aun no brotando rápido, brotan posteriormente con más fuerza?
1 comentario:
Hola Alvaro!
Ando por aquí de nuevo.
Interesante el asunto que tocas en cuanto al talento. Muchas ocasiones, el problema es ocasionado por los medios, que inflan demasiado la burbuja.
En otras ocasiones, son los propios aficionados, que no aciertan a distinguir CALIDAD de TALENTO.
Hay jugadores realmente buenos, luchadores, que ofrecen un gran rendimiento, pero que andan justos de talento. No se les debe exigir más de lo que son capaces de dar.
También está el caso opuesto: jugadores rebosantes de un talento que ellos mismos se encargan de desperdiciar. Estos son los que más pena me dan.
En fin, que he vuelto para seguir dando guerra.
Un saludo.
Publicar un comentario